
- Era una cortesana con gran lascivia. Theresa era sumamente educada y tenía buen sentido del humor; estudiaba todos los caprichos, vicios y deseos de su cliente y siempre estaba dispuesta a satisfacerlos, a cambio de una cantidad de dinero.
- Su gran cantidad de juguetes. Estaba desde ramas de abedul, fustas, látigos de diferentes tamaños, varias clases de varas flexibles; correas gruesas como tirantes de carruaje; cueros duros como almohazas y callosos de tantos años de flagelar, cepillos de acebo, cepillos de aulaga; un arbusto erizado de púas, conocido como rusco o planta del carnicero; y, en verano, jarros de cristal y de porcelana siempre bien surtidos de ortigas frescas. Todo el fuera a su burdel con dinero en cantidad podía ser fustigado, azotado, flagelado, arañado, pinchado, medio ahorcado, restregado con acebo o con aulaga, pinchado con agujas, almohazado, flebotomizado y torturado.
Para la primavera de 1828, la Dominatrix paso a la historia con la creación del potro de Berkley. En la imagen se ve el potro y queda ala imaginación los usos y posibilidades de este.
Al fallecer en 1836 el legado de Theresa era una buena cantidad de dinero y un extensa correspondencia con hombres y mujeres de la alta aristocracia de su país. Ésta fue rápidamente destruida y respecto al dinero una vez que su piadoso hermano, al conocer el origen de éste, lo rechazó y tras la negativa de su albacea testamentario el doctor Vance a administrarlo, la totalidad de sus ingresos y posesiones pasó a manos de la Corona. Excepto el potro de Berkley que fue donado por el doctor Vance a la Sociedad de las Artes, en el Adelphi.
Otra versión del potro de la Berkley.