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lunes, 7 de junio de 2010

El valor de una sumisa... una joya

"Esto lo encontre en una página BDSM, lo habia posteado una sumisa, que lo encontro en clubsumisión (que es por muchos de nosotros conocido), considere que es tan hermoso, tan elegante, tan sutil y tan sublime, que debia subirlo a el blog. Y al final, es donde vemos que el más grande tesoro de un Amo, es su sumisa. Cuando ese Amo, empieza a tratarla mal, ¿¿¿crees necesario seguir con él, a pesar de que le adores????".
 

Una sumisa cualquiera... (puedes ser tú), apesadumbrada y triste, se dirige a la cita que solicitó a un Amo amigo de mucha experiencia con el único propósito de pedirle consejo sobre un quebranto que la afligía.

Una vez con El (le llamaremos SIR) le dice:
-Vengo, SIR, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Mi Amo me dice que no sirvo, que no hago ni obedezco nada bien, que soy torpe y bastante tonta. Y muchas otras hermanas me dicen lo mismo. Yo adoro a mi Amo y quisiera hacerlo cambiar de opinión.

¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

SIR, sin mirarla le dijo:
-Cuanto lo siento muchacha, "no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema". Quizás después. Y haciendo una pausa agregó:

-Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-Encantada SIR, titubeó la sumisa, pero sintió que otra vez era desvalorizada y sus necesidades postergadas.

-Bien, asintió SIR.

Se quitó del cuello un precioso y enjoyado colgante y dándoselo a la sumisa agregó:

-Ve hasta el mercadillo ya que debo vender esta joya urgentemente porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por ella la mayor suma posible, pero no aceptes menos de 500 euros. Ve y regresa con ese dinero lo más rápido que puedas.

La sumisa cogió la joya y partió rauda hacia el mercadillo. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los comerciantes que miraban la joya con interés hasta que la sumisa decía lo que pretendía por ella. Cuando la sumisa mencionaba los 500 euros, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un abuelo fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que 500 euros era mucho dinero para entregarlos a cambio de ese tipo de joya.

En afán de ayudar alguien le ofreció 50 euros y un bocadillo, pero la sumisa tenía claras instrucciones del Señor de no aceptar menos de 500 euros y rechazó la oferta.
Después de ofrecer la joya a todos los comerciantes y demás personas que deambulaban por el mercadillo y abatida por su fracaso regresó a encontrarse con SIR.

Ella pensaba cuanto hubiera deseado tener esa cantidad, podría entonces haberle entregado ella misma el dinero a su amigo SIR para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.

Una vez de vuelta le dijo:

-Sir, lo siento, no he podido conseguir lo que me pediste, no creo que yo pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor de la joya.

-Muy importante lo que has dicho muchacha, contestó sonriente SIR. Debemos saber primero el verdadero valor de la joya. Vete rápida al joyero pues, ¿quien mejor que él para saberlo? Dile que quieres vender esta joya y pregúntale cuánto te da por ella, pero no importa lo que te ofrezca, no se la vendas. Vuelve aquí con mi joya.

La sumisa corrió a la joyería, el joyero examinó la joya con su lupa, la analizó con productos químicos, la pesó y le dijo:

-Dile a SIR que si la quiere vender ya, no puedo darle más que 5000 euros por su joya.

-5000 euros !!!!!!!!!!!!!!!!!? Exclamó la sumisa.

-Si - replicó el joyero -, yo sé que con tiempo podríamos obtener por ella cerca de 7000 euros, pero no sé... si la venta es urgente.

La sumisa no se la vendió porque así se lo había ordenado SIR y corrió emocionada hasta donde la esperaba SIR para contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo SIR después de escucharla.

-Eres como esta pieza... Una joya valiosa y única. Y como tal sólo puede evaluarte verdaderamente, un experto.

¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?